Por la noche, Fermín y Rebeca se pusieron sus ropas de gala para acudir al casino a pillar a Roberto. Intentaban pasar desapercibidos para que Roberto no sospechase, por lo que también decidieron separarse. Rebeca vio a Sandro cerca de una mesa y, desde lejos, comenzó a espiarle. Sandro sacó su teléfono y comenzó a hablar con él. Seguidamente colgó y se metió por la puerta de servicio. Rebeca fue detrás de él sacando dentro su pistola.
Fermín había conseguido visualizar a otros dos sospechosos que también se metieron por una puerta de servicio. Fermín fue detrás de ellos. Los dos se encontraron persiguiendo a los secuaces de Roberto. Decidieron colarse por el conducto de ventilación. Llegaron a una pequeña trampilla donde vieron una mesa de póker con todos ellos y el gran sospechoso de todos: Roberto. Fermín y Rebeca sacaron sus pistolas y salieron de la trampilla apuntándoles.
-Se acabó el juego Roberto-dijo Fermín.
-Esto no ha hecho nada más que comenzar-dijo Roberto.
En ese momento comenzó un tiroteo. Fermín y Rebeca se refugiaron detrás de una columna. Rebeca vio como Roberto huía por un pasillo e intentó interceptarle. Rebeca consiguió dispararle en la pierna y dejarle desarmado. Fermín se ocupó del resto pero sólo consiguió capturar a uno de los secuaces.
Tres días después
Fermín y Rebeca habían conseguido devolver a Roberto y a su secuaz a la cárcel. Saúl les volvió a llamar para comunicarles que todo aún no había acabado ya que Roberto tenía entre manos un negocio de tráfico de armas y que su hermano Sandro iba a terminar el trabajo. Fermín y Rebeca tenían que ir a un pequeño pueblo de Valencia para poder evitar que Sandro y su secuaz trajeran una gran cantidad de armas a España.
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