Fermín estaba escondido detrás de unos arbustos, cerca de la costa, esperando alguna aparición de Carlos. En ese momento, alguien le golpeó y le dejó incosciente. Fermín se despertó atado en una silla y encerrado en un sótano con Carlos García delante suyo.
-Dejad de meter las narices donde nadie os manda-dijo Carlos.
-Da igual lo que hagas conmigo-dijo Fermín-, no te vas a salir con la tuya.
-Eso ya lo veremos-dijo Carlos.
Carlos salió de la sala. En ese momento, Rebeca encontró un rastro de sangre de Fermín en la zona donde le habían capturado. Decidió comenzar a andar hasta encontrar la casa más cerca, de allí vio salir a Carlos en un todoterreno. Se acercó rápido al coche y le puso un pequeño rastreador. Después, se coló en la casa hasta llegar al sótano donde liberó a Fermín. Los dos se dieron un gran abrazo.
De madrugada, el coche se paró cerca del puerto. Fermín y Rebeca consiguieron llegar a tiempo gracias al rastreador. Justo cuando las armas iban a ser descargadas, Fermín y Rebeca aparecieron para detenerles. Carlos había sido derrotado y llevado a prisión. Días después, el caso ya había sido archivado y Rebeca podía por fín descansar. Fermín decidió ir a cuidarla más a menudo para agradecerle que le salvara.
-Somos un equipo-dijo Rebeca-, no te olvides de eso.