Al día siguiente, los dos hablaron con Saúl. Éste les dio
unas pistas GPS de una casa en las afueras de París donde el asesino podría
estar escondido con el rehén. Los dos se pusieron camino a la casa. Por el
camino, Fermín sacó de nuevo el tema del beso. Rebeca paró el coche y le dijo
que también había significado algo para ella pero que en este tipo de trabajo
no podía pasar nada entre ellos nunca. Los dos continuaron el recorrido a la
casa hasta que anocheció. Se ocultaron y entraron dentro de la casa. Dentro
encontraron pruebas de que el rehén había sido atado.
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